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Dvar Torá para Parshat Vayakel-Pekudei

Autor: breslov.org
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Basado en la Sabiduría de Rebe Najman #196

El Rebe también hizo el siguiente comentario cuando yo [Reb Noson] le mostré una transcripción de [Likutey Moharan II, Lección #67]. “La instrucción contenida en mis lecciones es de gran alcance y muy poderosa.

 

“Así que haz lo posible por hacer lo que te he dicho y utiliza mis lecciones como trampolín para tu plegaria personal (hitbodedut). Porque en el momento en que empieces a convertir una lección en una plegaria, te inspirará y cambiará tu corazón por completo”.

La lección específica que se analiza en el #196 cita lo siguiente de la porción de esta semana. “¡Mira! Dios ha llamado por su nombre a Betzalel… y lo ha llenado del espíritu de Dios; de sabiduría, intuición, conciencia y oficio” (Éxodo 35:30-31). Uno de los principios que subyacen en el enfoque de Rebe Najman al estudio de la Torá es que la Torá, en nombre de Dios*, te llama por tu nombre.

“Así que haz lo posible por hacer lo que te he dicho y utiliza mis lecciones como trampolín para tu plegaria personal (hitbodedut). Porque en el momento en que empieces a convertir una lección en una plegaria, te inspirará y cambiará tu corazón por completo”.

Ahora bien, la Torá es a veces talmúdica, a veces midráshica, a veces mística y sí, a veces incluso “predicadora”. Pero las lecciones de la sagrada Torá, sea cual sea su formulación, son siempre profundas e innegables. Betzalel fue llamado a construir un mishkan (Tabernáculo, o santuario, imán para los buscadores de Dios) en el desierto, un mishkan en el que Aarón (uno de los judíos más sagrados de todos los tiempos) oficiaría, y al que todos sus judíos contemporáneos acudirían a fin de mejorar su conexión con el Creador. A Betzalel se le dio la capacidad para construir ese mishkan. Igual de importante, si no más, es que sintió y creyó que poseía dicha capacidad.

Cuando Dios te llama por tu nombre, puede ser para una misión que es, quizás, un poco más humilde. Es posible que ningún dignatario te visite ni ninguna persona conozca tu mishkan. Pero Dios lo sabrá, y lo visitará. Lo que tienes que saber, y sentir y creer, es que tienes la “sabiduría, la intuición, la conciencia y el oficio” para construir tu propio mishkan. Tienes la capacidad -y al sensibilidad- de tomar cualquier lección de la Torá que aprendas, y convertirla en una plegaria que te cambiará, que convertirá algún lugar olvidado por Dios dentro de ti en un mishkan, un lugar para que Dios habite, y un lugar al que otros puedan acudir en su búsqueda de lo Divino.

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