Página principal Parashat HaShavua Dvar Torá para Parshat Jaiei Sará

Dvar Torá para Parshat Jaiei Sará

Autor: Ozer Bergman
התבודדות – הסידור של הלב
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“La vida de Sara fue de cien años y veinte años y siete años; los años de la vida de Sara” (Génesis 23:1).

Hay mucha humildad en la parashá de esta semana. Abraham Avinu (nuestro Patriarca) se humilla dos veces ante los lugareños (Génesis 23: 7,12); Eliezer se inclina ante Dios (ibíd. 24:26,52); Rivka Imeinu (nuestra Matriarca) desciende de su percha al encontrarse con su novio (v. 64); y Sara Imeinu y Abraham Avinu son enterrados (ibíd. 23:19, 25:9). El sagrado Zohar (1:122b) relaciona nuestro verso introductorio con la humildad: Aquel que no es importante en este mundo, lo será en el siguiente. El que se hace grande en este mundo, será insignificante en el Mundo Venidero.

Hay mucha humildad en la parashá de esta semana.

¿Cuál es el objetivo de toda esta humildad? En primer lugar, cuanto menos ego uno tenga, más Torá podrá aprender

En general, la gente se enorgullece desmesuradamente de tener (al menos) una de las siguientes cosas: riqueza y posesiones; sabiduría y conocimiento; fuerza y autoridad. Incluso la persona que siente que tiene mucho tiempo, es orgullosa. Rabi Najman enseña que uno tiene que humillarse ante cuatro “otros”: los que son mayores, iguales o menores que él. El cuarto “otro” es uno mismo. A veces uno tiene que humillarse considerando que tal vez ni siquiera esté en el nivel espiritual que ha alcanzado.

¿Cuál es el objetivo de toda esta humildad? En primer lugar, cuanto menos ego uno tenga, más Torá podrá aprender (véase Avot 4:1). En segundo lugar, un ego sano, que no está sobredimensionado, permite que el conocimiento de la Torá -las letras de la Torá que ha dicho- brille. Esto es visible en el comportamiento privado y público, pero también tiene lugar a nivel del alma: su alma luminosa hace que otras almas se iluminen. Con ello, se crean almas de conversos y se influye en las almas ya judías para que empiecen a brillar por sí mismas.

 

Todo esto pone en primer plano la gloria de Dios, allanando el camino hacia la paz en el mundo. Que Dios, en Su compasión, nos proteja de ser altivos y nos ayude a cada uno de nosotros a realizar la genuina humildad kosher que necesitamos. Amén.

 

Basado en Likutey Moharan I, Lección #14

 

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