“Estáis todos de pie hoy ante el Eterno, vuestro Dios los jefes de vuestras tribus, vuestros ancianos y vuestros oficiales, todo hombre de Israel, vuestros niños pequeños, vuestras mujeres y vuestro converso que está dentro de vuestro campamento, tanto vuestros leñadores como vuestros sacadores de agua, para que entréis en el pacto del Eterno, vuestro Dios está haciendo con vosotros hoy…” (Deteuronomio 29:9-29:11).
En Parshat Nitzavim, la Torá dice que hoy todos vosotros estáis ante Hashem, vuestro Dios. Tus líderes, tus ancianos, tus jóvenes – todos los de Israel. En Likutey Halajot Reb Noson dice que esto nos enseña la importancia de ajdut, la unidad de todos los judíos. Desde el más grande hasta el más pequeño, todos debemos unirnos para que nuestras plegarias suban al Cielo. Actuar realmente con ajdut puede ser un reto difícil.
Esta idea de unidad, de recordar que todos y cada uno de los judíos son nuestros hermanos, está llena de “salvo” y “peros”. Alguien puede mirar a otro judío que parece menos religioso o menos serio en su observancia de la Torá, y puede despreciar a esa persona. No entiende lo mucho que esa persona puede estar esforzándose por acercarse a Hashem, (el problema es que se enfrenta a profundas luchas internas).
Luego hay otros que miran a las personas, ya sean individuos o comunidades, que pueden parecer más religiosas por fuera y con más atención a los detalles meticulosos de la Torá. Pueden pensar que estas personas no son genuinas, o que son hipócritas, o que son fanáticos. Estos críticos también se equivocan.
נקודת החבר היא לא המלצה או עצה טובה, זו נקודה שאתם חייבים לעצמכם!
No se puede juzgar el sentimiento genuino de alguien por Hashem sólo echando un vistazo a su comportamiento externo y público, en una instantánea bidimensional de su vida.
Rebe Najman y Rabi Noson enseñan una y otra vez: Debemos juzgar a los demás siempre para bien. Debemos buscar la nekuda tová, o sea, el punto bueno, dentro de cada judío. Este es el consejo fundamental, de Rebe Najman en su famosa lección de Azamra (LM 282.) Es obvio que actuamos amablemente y con honor hacia los demás, pero también debemos pensar y sentir amablemente y con honor hacia los demás.
Al igual que juzgamos a los demás por el lado del mérito, con misericordia y también con perdón, debemos intentar juzgarnos a nosotros mismos también por el lado del mérito, incluso con misericordia, y con perdón.
Para cada uno de nosotros personalmente, es importante recordar que esto no nos da un pase. Todavía debemos esforzarnos. Todavía debemos sentir y expresar un genuino remordimiento por nuestras acciones que pueden ser menores de lo que deberían ser, y hacer reparaciones cuando sea necesario. Entendemos que somos defectuosos. Todo el mundo tiene sus defectos. Nuestro trabajo es mirar a través de los defectos, mirar más allá de ellos. Tenemos que mirar las hermosas almas que hay dentro de nosotros, de cada individuo y de toda la nación judía.
Que tengas un día en el que pienses, sientas y actúes con auténtica bondad hacia ti y hacia los demás.
