¿Cómo podemos retener esa claridad inicial respecto a que nuestra fuente de sustento proviene únicamente de Dios, y así garantizar que nuestro dinero nos traerá felicidad y vida?
La mayoría de la gente, a cierta altura de sus vidas, sintieron que no tenían idea de cómo iban a poder a mantener a su familia. Entonces se les ocurrió “esa” idea o conocieron a la persona adecuada y así encontraron una fuente de ingresos. En ese momento, uno suele tener claro que fue Dios quien lo puso en esa situación y que lo que sucedió no ocurrió por casualidad. Pero con el paso del tiempo, muy a menudo caemos en la idea errónea de que son nuestros propios esfuerzos o las “causas naturales” los que nos proveen nuestras necesidades. Este es un error mortal que puede causarnos un gran daño. Cuando uno tiene este concepto erróneo, de hecho, está repitiendo el error de Adán y por lo tanto queda sujeto a la maldición que Dios le dio al primer hombre. Siendo así, el dinero no le traerá felicidad sino que le causará una profunda tristeza y un interminable deseo de más.
Entonces, ¿cómo podemos aprovechar esa claridad inicial de que nuestra fuente de sustento proviene sólo de Dios, y así garantizar que el dinero nos traiga siempre felicidad y vitalidad?
Muy a menudo caemos en la idea errónea de que son nuestros propios esfuerzos o las “causas naturales” los que nos proveen nuestras necesidades. Este es un error mortal que puede causarnos un gran daño.
En Egipto, los judíos estaban atrapados en la actitud de los egipcios. Los egipcios sólo creían en la naturaleza. No creían que Dios estuviese constantemente involucrado en el mundo y que nada ocurre sin Su voluntad. Ellos creían que el sustento proviene de la naturaleza, a través de los propios esfuerzos de cada persona. Cuando Dios sacó a los judíos de Egipto, también los sacó de esta idea errónea. El éxodo de los judíos de Egipto tuvo su punto culminante en la división del Mar. Cuando Dios partió el mar, demostró Su completo control sobre la naturaleza. Los egipcios ahogados en el mar, también representaron la muerte de las filosofías egipcias, que perseguían a los judíos.
Dios continuó con el proceso de purificación de los conceptos erróneos egipcios. Alimentó a los judíos con el maná que cayó del cielo durante cuarenta años. Estas experiencias grabaron en la conciencia judía que Dios es el único que provee las necesidades de cada persona. Fue entonces cuando quedó más que claro para todos los judíos que hay un Dios Arriba que siempre está en control y que la Naturaleza no es un poder en sí misma. Esta claridad se grabó en la mente y los corazones del pueblo judío para todas las generaciones.
Después de cuarenta años de experimentar la cruda verdad, llegó el momento de que los judíos entraran a la Tierra Santa.
Ahora era el momento de que los judíos empezaran a trabajar la tierra, a poner su propio esfuerzo para ganarse la vida. Ahora tenían el reto de tener que trabajar, pero al mismo tiempo no debían olvidar que su sustento no era resultado de sus acciones. Tenían que creer que trabajaban porque esa era la voluntad de Dios, pero que las ganancias reales provenían sólo de Dios, igual que cuando estaban en el desierto.
Se nos ha ordenado proclamar la unidad de Dios y el control del mundo dos veces al día cuando decimos la plegaria del Shema. El último párrafo que decimos menciona el Éxodo de Egipto. ¿Cuál es la conexión de este último párrafo con el Shema?
Cuando Dios dividió el mar, demostró su completo control sobre la naturaleza.
Cuando uno acepta el yugo de Dios y proclama que sólo Él dirige el mundo y provee las necesidades de todos, eso es un éxodo de las ideas de Egipto. En Egipto creían que la naturaleza era un poder propio. Creían que el sustento de uno proviene de su propio esfuerzo.
Decimos la oración del Shema al comienzo del día. Esto es antes de salir al mundo del trabajo. Es el momento en que tenemos ideas sobre cómo vamos a ganar dinero. Cuando decimos el Shema, estamos anunciando que “no son mis ideas las que me van a dar mi sustento, sino que todo proviene de Arriba”.
Decimos el Shema de nuevo a la noche, al final del día. Este es el momento en el que ya hemos llevado a cabo nuestras ideas y esperamos haber ganado algo de dinero. Una vez más, no estamos acreditando lo que hemos ganado a nuestros propios esfuerzos, sino que lo estamos conectando de nuevo con Dios.
Si repasamos las mitzvot en las que se menciona el tema del Éxodo o el Shema, podemos ver que tienen que ver con esta idea de que el sustento proviene sólo de Dios. Hay tres cosas físicas principales que la persona necesita: comida, ropa y refugio.
Al recitar la bendición después de comer pan, mencionamos el Éxodo en el segundo capítulo. Esta parte de la bendición después de la comida fue promulgada por Yehoshua cuando dejó de caer el Maná y él entró en Israel.
En la Torá, cuando se nos ordena la mitzvá de poner Tzizit en las vestimentas, se menciona el Éxodo.
Cuando uno compra o alquila una casa, tiene la mitzvá de poner en la puerta una Mezuza que contiene la plegaria del Shma.
En Shabat cuando hacemos kidush también mencionamos el Éxodo. El Shabat en sí mismo tiene que ver con esta idea de darse cuenta de que nuestro sustento proviene de Hashem. Es un día en el que dejamos de trabajar e interiorizamos que no son nuestros esfuerzos los que nos proveen todas nuestras necesidades, sino que todo proviene de Dios.
Cuando hacemos estas mitzvot, podemos experimentar una redención diaria de Egipto. Podemos aprovechar esa claridad inicial que tuvimos en la división del mar cuando Dios proveyó nuestras necesidades en el desierto.
Lo mismo ocurre a nivel personal. La mención constante del Éxodo de Egipto puede ayudarte a reconectarte con tu propia redención personal y recuperar la claridad inicial que alguna vez tuviste.
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Es un deleite para mí corazón y mi mente leer estas líneas, me llenan de gratitud al Eterno y de esperanza ya que mi esposo anda en busca de un nuevo trabajo, y ha sufrido él y nuestra familia por ello. Pero sé que El Todopoderoso le dará más de lo que mi esposo pide. Y mi esposo le seguirá sirviendo.
Gracias , gracias.