Adar es el mes acerca del cual el Talmud dice: “Cuando entra Adar, aumenta la alegría”.
Purim es un día de festejo, de canto, de bailes y de tiempo compartido con la familia. Además, es un día muy auspicioso para rezar por todo lo que uno necesita. Y también es un momento dar.
Damos Mishloaj Manot, que son regalos de comida y bebida, a familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc. Y se lo damos como una muestra de aprecio. Incluso podemos dárselos a esas personas con las que no nos hemos llevado tan bien últimamente, para hacer las paces.
Purim es también el día en que damos matanot la-evionim, que son regalos especiales de caridad a los pobres. Estos regalos se los damos a todas aquellas personas que sentimos que realmente necesitan el dinero. En Purim también damos dinero para caridad (tzedaká) a todo el que pida, sin límites. Damos más allá de nuestro sentido natural de generosidad o incluso de sentido común. Este es el momento de dar con alegría. Y todo este dar tan generoso, este encontrarse con los amigos a festejar, naturalmente aumenta el nivel de alegría. Y lo más increíble de toda esta alegría es que con ella estamos cumpliendo un importante precepto de la Torá: destruir a Amalek (que también es Hamán).
Este es el momento de dar con alegría. Y todo este dar tan generoso, este encontrarse con los amigos a festejar, naturalmente aumenta el nivel de alegría
Hoy entendemos que Hamán-Amalek no es meramente una persona o una nación, sino una energía espiritual negativa. Es una klipá (cáscara) que se suele manifestar más por dentro que por fuera.
Reb Noson nos explica que esta klipá de Hamán-Amalek es en realidad el aspecto negativo del poder de imaginación, o sea, todas las fantasías que nos confunden y que nos hacen sentir tristes, deprimidos, amargados, enojados, celosos… La imaginación negativa nos convence de que los placeres temporarios son las únicas cosas por las cuales vale la pena vivir.
Lo bueno es que esta “imaginación de Hamán-Amalek” puede aplastarse, especialmente en el mes de Adar y en Purim. Al dar con generosidad, al fortalecer los lazos de amistad, al rezar con sinceridad, estamos aumentando la alegría y aplastando a Hamán-Amalek. No hay nada que Hamán-Amalek odie más que la alegría y deleite de santidad del pueblo judío. Y cuando esta dicha logra borrar a Hamán-Amalek, esto, a su vez, produce un aumento interno de alegría, creando un círculo de felicidad y sanación.
Cuando logramos superar y destruir la klipá de Hamán-Amalek que llevamos dentro, podemos alcanzar niveles de santidad a los cuales no tenemos acceso durante el resto del año. Porque la genuina felicidad es la alegría de santidad.
Y si todavía no empezaste a aumentar tu nivel de alegría, ¿por qué no empezas ahora?
Nota: Hamán era descendiente de Agag, el rey de los amalekitas, que fue el más cruel enemigo del pueblo judío.