El Rebe habló con nosotros muchas veces sobre la importancia de acercar a la gente a Dios. El Rebe nos dijo que habláramos mucho con la gente para inspirarla y hacer que retornase a Dios. Incluso quería que habláramos de asuntos cotidianos con la posibilidad de que la conversación se convirtiera en algo que los despertara espiritualmente. Inclusive si solamente lográbamos obtener la más leve respuesta -un pensamiento fugaz de arrepentimiento – seguía valiendo la pena. Y muchísimo más si, con el paso del tiempo, al hablarles repetidamente, logramos inspirarlos en el camino rumbo a la verdad, y así llevarlos a servir a Dios.
El Rebe nos dijo que habláramos mucho con la gente para inspirarla y hacer que retornase a Dios. Incluso quería que habláramos de asuntos cotidianos con la posibilidad de que la conversación se convirtiera en algo que los despertara espiritualmente.
No hay nada más grande que llevar a otra persona a servir a Dios… Al ayudar a estas almas, se considera como si las hubiésemos creado de nuevo…
El Rebe habló en forma extensa con nosotros sobre este tema, una y otra vez, exhortándonos de diversas maneras. Varias veces nos reprendió por ser negligentes en esta área, y una vez hasta nos llamó “ramas marchitas” porque no estábamos acercando las almas a Dios.
Una vez, después del Shabat, varios de nosotros, incluidos algunos de sus discípulos más cercanos, estábamos de pie a su alrededor, y el Rebe habló durante varias horas, reprendiéndonos por ello. Incluso quería que emprendiéramos viajes con este fin, solamente para conversar con la gente (Tzadik 543).